La demencia es un síndrome -de naturaleza crónica y progresiva- que se caracteriza por el deterioro de la función cognitiva más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal.
Se produce como resultado de una serie de patologías y lesiones que afectan al cerebro, como la enfermedad de Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares y, en ocasiones, es precedido por el deterioro del control emocional, comportamiento social o motivación.
Afecta la memoria, pensamiento, orientación, comprensión, cálculo, capacidad de aprendizaje, lenguaje y juicio. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, más de 55 millones de personas viven con demencia a nivel global.
El doctor Ronald Petersen, neurólogo y director del Centro de Investigación para la Enfermedad de Alzheimer en la Clínica Mayo de Rochester en Estados Unidos, destaca que “aunque no sea posible prevenir la demencia, sí se puede reducir el riesgo de padecerla”.
“Existen más de una docena de factores de riesgo que las personas pueden controlar, que incluyen la presión arterial, consumo excesivo de cigarrillos y alcohol, obesidad, diabetes, pérdida de la audición, contaminación ambiental y sueño. Con la edad, y por diferentes razones, mucha gente tiene dificultad para dormir”, señala el doctor Petersen.
Si se “ataca uno o más de estos factores, el riesgo de desarrollar una discapacidad intelectual al envejecer puede disminuir. En esa línea, es importante mantenerse activo, tanto en el aspecto físico como en el social e intelectual. Hacer ejercicio, leer libros, asistir a charlas, visitar a la familia y amigos, así como realizarse una prueba de la audición van en la línea preventiva”, enfatiza el doctor Petersen previo a la conmemoración del Día Mundial del Alzheimer, el próximo 21 de septiembre.