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Pautas para reducir riesgo de demencia

La demencia es un síndrome -de naturaleza crónica y progresiva- que se caracteriza por el deterioro de la función cognitiva más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal.

Se produce como resultado de una serie de patologías y lesiones que afectan al cerebro, como la enfermedad de Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares y, en ocasiones, es precedido por el deterioro del control emocional, comportamiento social o motivación. 

Afecta la memoria, pensamiento, orientación, comprensión, cálculo, capacidad de aprendizaje, lenguaje y juicio. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, más de 55 millones de personas viven con demencia a nivel global. 

El doctor Ronald Petersen, neurólogo y director del Centro de Investigación para la Enfermedad de Alzheimer en la Clínica Mayo de Rochester en Estados Unidos, destaca que “aunque no sea posible prevenir la demencia, sí se puede reducir el riesgo de padecerla”.

“Existen más de una docena de factores de riesgo que las personas pueden controlar, que incluyen la presión arterial, consumo excesivo de cigarrillos y alcohol, obesidad, diabetes, pérdida de la audición, contaminación ambiental y sueño. Con la edad, y por diferentes razones, mucha gente tiene dificultad para dormir”, señala el doctor Petersen.

Si se “ataca uno o más de estos factores, el riesgo de desarrollar una discapacidad intelectual al envejecer puede disminuir. En esa línea, es importante mantenerse activo, tanto en el aspecto físico como en el social e intelectual. Hacer ejercicio, leer libros, asistir a charlas, visitar a la familia y amigos, así como realizarse una prueba de la audición van en la línea preventiva”, enfatiza el doctor Petersen previo a la conmemoración del Día Mundial del Alzheimer, el próximo 21 de septiembre.

Síntomas depresivos asociados a procesos inflamatorios

Los trastornos depresivos están aumentando en todo el mundo: de 2005 a 2015, el número de individuos clínicamente deprimidos aumentó un 18,4%, hasta alcanzar una cifra estimada de 311 millones. El trastorno depresivo mayor suele coincidir con enfermedades crónicas como las cardiovasculares, artritis y diabetes, muchas de las cuales son las principales causas de muerte y discapacidad. 

En los últimos años, la inflamación sistémica de bajo grado ha surgido como una posible vía que relaciona los síntomas depresivos con muchas enfermedades crónicas. Con el tiempo puede promover el desarrollo y la inestabilidad de las placas arteriales y se asocia con un mayor riesgo de hipertensión, enfermedades cardiovasculares y otras numerosas enfermedades crónicas más adelante en la vida. Sus biomarcadores como las citoquinas y la proteína C reactiva (PCR), son indicadores útiles de la salud y futuro y (al igual que la depresión) se han relacionado con un sueño deficiente. 

El estudio MIDUS evaluó los síntomas depresivos de 7.108 adultos de mediana edad en 1995. Once años después, 968 de estos participantes pasaron la noche en un centro de investigación. Por la mañana, completaron una evaluación de la calidad del sueño y proporcionaron muestras de sangre en ayunas, que se utilizaron para medir la interleucina-6 (IL-6) y la proteína C reactiva (PCR).

La IL-6 es una citocina producida por varios tipos de células, como los monocitos, los macrófagos y las células T. La PCR es una proteína que se produce en el hígado en respuesta a la inflamación. Tanto la IL-6 como la PCR participan en la respuesta inflamatoria y se han relacionado con enfermedades como la artritis, la enfermedad inflamatoria intestinal y la psoriasis.

Los investigadores descubrieron que un mayor número de signos depresivos se asociaba a niveles más altos de PCR tanto en hombres como en mujeres, y a niveles más altos de IL-6 en mujeres(pero no en hombres). Esto indica que la experiencia de síntomas, incluso leves, tiene el potencial de asociarse con una mayor inflamación sistémica una década después. Además, se encontraron pruebas de que la calidad subjetiva del sueño medió en la asociación. 

Los resultados se mantuvieron incluso después de controlar la edad, el nivel socioeconómico, la raza, el IMC, el tabaquismo, las condiciones de salud crónicas y el uso de medicamentos y están en consonancia con un meta-análisis de 2020 de 107 estudios transversales, que encontró que los marcadores inflamatorios tendían a ser elevados entre los pacientes deprimidos. 

Ayuno reduce convulsiones en epilepsia

La restricción dietética tiene beneficios probados para la salud de los organismos incluyendo la reducción de las convulsiones en modelos animales y es una intervención propuesta para la epilepsia resistente a los medicamentos. El ayuno agudo ofrece la oportunidad de identificar los cambios moleculares específicos responsables de los efectos beneficiosos sin los efectos de confusión de la respuesta de adaptación al ayuno intermitente. Un candidato atractivo para vincular la dieta con las convulsiones es la vía de la diana mecánica de la rapamicina (mTOR). 

Una investigación del Hospital Infantil de Boston (EEUU) explica cómo afecta el ayuno a las neuronas del cerebro y cómo esto estaría conectado con las convulsiones en la epilepsia. Sabían que la conocida vía celular mTOR está implicada en muchos trastornos neurológicos y habían demostrado anteriormente que la sobreactivación de esta, en las neuronas, aumenta la susceptibilidad a las convulsiones. 

También sabían que la señalización por parte de una proteína llamada DEPDC5 actúa como freno de la vía mTOR. Esto resultaba intrigante, ya que recientemente se han encontrado mutaciones en el gen DEPDC5 en muchas personas con epilepsia. Las mutaciones del DEPDC5 se han relacionado con la epilepsia focal, los espasmos infantiles y la muerte súbita en niños.

Cuando utilizaron un modelo animal que elimina el DEPDC5 específicamente en el cerebro descubrieron que se reducían las convulsiones utilizando un inhibidor de mTOR. 

Demostraron en un modelo de ratón, que la señalización de mTOR se reducía en el cerebro tras el ayuno. Estudios adicionales de neuronas de rata cultivadas en una placa sugieren que este efecto del ayuno se debe principalmente a la falta de tres aminoácidos (leucina, arginina y glutamina).

Yendo más allá, el equipo demostró que la presencia de estos nutrientes es percibida por la proteína DEPDC5. Cuando la  eliminaron, la actividad de mTOR no se redujo y el ayuno dejó de proteger a los ratones contra las convulsiones.

Esto sugiere que los pacientes con mutaciones DEPDC5 no pueden percibir la pérdida de aminoácidos y pueden no beneficiarse de la manipulación dietética. Pero los pacientes que no tienen mutaciones DEPDC5 pueden beneficiarse de una estrategia dietética dirigida, sugieren los autores. 

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