¡Las mejores oportunidades son para los más preparados!
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Los trastornos depresivos están aumentando en todo el mundo: de 2005 a 2015, el número de individuos clínicamente deprimidos aumentó un 18,4%, hasta alcanzar una cifra estimada de 311 millones. El trastorno depresivo mayor suele coincidir con enfermedades crónicas como las cardiovasculares, artritis y diabetes, muchas de las cuales son las principales causas de muerte y discapacidad.
En los últimos años, la inflamación sistémica de bajo grado ha surgido como una posible vía que relaciona los síntomas depresivos con muchas enfermedades crónicas. Con el tiempo puede promover el desarrollo y la inestabilidad de las placas arteriales y se asocia con un mayor riesgo de hipertensión, enfermedades cardiovasculares y otras numerosas enfermedades crónicas más adelante en la vida. Sus biomarcadores como las citoquinas y la proteína C reactiva (PCR), son indicadores útiles de la salud y futuro y (al igual que la depresión) se han relacionado con un sueño deficiente.
El estudio MIDUS evaluó los síntomas depresivos de 7.108 adultos de mediana edad en 1995. Once años después, 968 de estos participantes pasaron la noche en un centro de investigación. Por la mañana, completaron una evaluación de la calidad del sueño y proporcionaron muestras de sangre en ayunas, que se utilizaron para medir la interleucina-6 (IL-6) y la proteína C reactiva (PCR).
La IL-6 es una citocina producida por varios tipos de células, como los monocitos, los macrófagos y las células T. La PCR es una proteína que se produce en el hígado en respuesta a la inflamación. Tanto la IL-6 como la PCR participan en la respuesta inflamatoria y se han relacionado con enfermedades como la artritis, la enfermedad inflamatoria intestinal y la psoriasis.
Los investigadores descubrieron que un mayor número de signos depresivos se asociaba a niveles más altos de PCR tanto en hombres como en mujeres, y a niveles más altos de IL-6 en mujeres(pero no en hombres). Esto indica que la experiencia de síntomas, incluso leves, tiene el potencial de asociarse con una mayor inflamación sistémica una década después. Además, se encontraron pruebas de que la calidad subjetiva del sueño medió en la asociación.
Los resultados se mantuvieron incluso después de controlar la edad, el nivel socioeconómico, la raza, el IMC, el tabaquismo, las condiciones de salud crónicas y el uso de medicamentos y están en consonancia con un meta-análisis de 2020 de 107 estudios transversales, que encontró que los marcadores inflamatorios tendían a ser elevados entre los pacientes deprimidos.
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